martes, 25 de febrero de 2014

EL BOSQUE



     A la pequeña Lizzie le gustaba correr por las praderas todas las tardes. Luego de la escuela, ella caminaba entre las flores, las mariposas revoloteaban de tallo en tallo, todo era tan perfecto, el sol brillaba, pero no lastimaba la piel. El verde pasto la invitaba a recostarse y tomar una siesta, rodeada de flores, sentía la suave brisa y escuchaba el dulce cantar de las aves. Era un lugar de ensueño, excepto por aquel misterioso bosque que se veía a lo lejos.

     Nadie en el pueblo entraba a ese bosque, decían que estaba encantado, que seres maléficos lo habitaban. Aquellos que se habían aventurado a explorarlo, regresaban, pero ya no eran los mismos de antes. Las experiencias vividas en ese enigmático lugar habían cambiado sus miradas para siempre, ya no tenían aquella chispa de luz que se reflejaban en los ojos de las almas que habitaban aquel pueblo.

     Una tarde, como otras tantas, Lizzie empezó a jugar en la pradera y se empeñó en perseguir un hermoso azulejo que volaba entre los arbustos, sin percatarse de la cercanía del bosque. De pronto, ahí estaba, en aquel oscuro lugar, rodeada por enormes árboles que impedían ver el cielo azul. Los cuervos la observaban desde las ramas, sonidos extraños provenían desde lo más profundo de ese lugar. No encontraba la salida, ni siquiera podía ver el suelo, estaba cubierto de hojas secas, por lo que debía caminar con cuidado para evitar caer en algún hoyo o tropezar con las raíces de los árboles.


     A cierta distancia logró divisar una silueta, se dirigía hacia Lizzie, quien temerosa no sabía qué hacer. Vino a su mente la historia de una hechicera que convertía a las personas en animales y en duendes horribles -¿será ella?- pensó. La figura se acercaba, entonces una dulce voz le dijo: “No temas, soy el hada madrina del bosque, seré tu guía y protección”. Al mirarla, brillaba de tal manera que iluminaba todo el lugar, su rostro era dulce y su mirada reflejaba amabilidad. A la pequeña le parecía extraño que un ser de luz se encontrará en ese lugar tan siniestro. El hada, que podía leer su mente, aclaró su duda, diciendo: “Los seres de luz debemos estar en aquellos lugares en donde hay oscuridad, para iluminar el camino de aquellos que pierden el rumbo”.


     El hada tomó a la niña en sus brazos y la llevó hasta la salida del bosque, ya no se sentía perdida ni sola, un ser luminoso la cuidaba y la estaba ayudando a emerger de aquella penumbra. Una vez en los linderos del bosque, Lizzie le agradeció al hada su protección y preguntó: “Si tú cuidas este lugar, ¿por qué hay personas que cambian tanto al salir de aquí?”, a lo que el hada respondió: “Porque no siguieron mi luz”.




viernes, 21 de febrero de 2014

VENEZUELAN BLACK LAKES


Laguna Negra - Mérida State.
The Spanish commonly given name for this type of lake is laguna negra. One of them is located in Mérida State. This black lake can be reached from Laguna de Mucubají, riding on horseback or just walking one follows a path surrounded by an enigmatic and cold atmosphere, foggy at times, so silent that the superstition might be true: the lake cannot be disturbed.
Even though locals say its darkness is due to a limitless depth, the true is that it has an end of 24 meters (78 ft.) in depth. Momoyes are part of it as in every lake and water body found in both Mérida and Trujillo States. But who are these Momoyes? Also known as water enchantments, considered protectors of nature and very evasive, they dwell in this lake and are the Venezuelan equivalent to the European gnomes.
The stillness of this place cannot be disturbed, don’t even try to make noise or throw garbage because you’ll get to know the anger of these beings. They can make more difficult your way back by causing heavy fog or a storm, would you dare to challenge them?
Last December, I found out that there is another black lake in Venezuela, in Trujillo State, less popular, but as enigmatic as the one in Mérida. It can be found in the way to Boconó from Guanare city, in a tourist place named Batatal. Some people call it Laguna Negra; others, Laguna de Agua Negra. It has a recent formation, between the years 1981 and 1982, as a result of floods that hit Boconó in 1981. The legend says that a young couple in love decided to drown themselves in this lake because their love wasn't allowed by their families. In full moon nights, one can hear the couple whispering eternal love to each other. Momoyes take care of this lake too, so be careful and avoid throwing garbage!

Laguna de Agua Negra - Trujillo State

It is said that this region is full of Momoyes, you can hear them singing, whistling and can also steal food from excursionists. When visiting Los Andes, you can ask trujillanos and merideños about all these stories, they’ll be happy to share their knowledge with you, and in case you meet a Momoy by chance, offer him chimó and aguardiente, so he’ll be your friend forever.
Probably unknown words:
Chimó: in rural Venezuela, especially in the western states, many ranchers, farmers and others who work out of doors chew chimó, a black, bitter paste made of tobacco juice.
Aguardiente: it’s a hard liquor made from sugar cane, very cheap and available everywhere in the cities and rural áreas.